jueves, 23 de julio de 2015
ABUELITO
No tome más, abuelo, y deje el vino;
no tome más, tatita, es una pena,
que son las diez, abuelito, y ni un vecino
llegó esta vez, alegrando nuestra cena.
No tome más y cuénteme una historia
del tiempo aquel en que su amor vivía,
que yo, otra vez, sentadito en sus rodillas,
lo escucharé quietita y sin hablar.
El pobre abuelo, a mi ruego,
conteniendo sus pesares,
me hizo sentar junto al fuego
y de este modo me habló:
Sierra la puerta,
la luz apaga,
que con las sombras
viene mi amor.
Esa que un día,
hace ya tiempo,
vistió de luto
mi corazón.
Si vieras vos qué criolla de ojos negros,
de blanca tez, risueña y juguetona,
de lindo andar, retrechera y comadrona,
clavel del amor florecido en mis recuerdos.
Si vieras vos con qué ansias la quería,
con cuánto afán hicimos nuestro nido...
Mas ella, cruel, destrozando mi alma, un día,
con mi mejor compañero me engañó.
Hoy que me vencen los años,
ya la muerte está en acecho,
viejo, achacoso y deshecho,
pienso que la quiero más.
Ya sabe, nieto,
la cruel herida
que en esta vida
quise ocultar.
Así, una noche,
triste y de duelo,
mi pobre abuelo
me hizo llorar.
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